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Novela negra ambientada en un mundo donde los vampiros han sido legalizados, se reanima a los muertos, y también encontramos algules y cambiaformas.
A pesar del título y del odio que siente hacia ellos, Anita no es una cazavampiros, en realidad es una reanimadora y muy buena, que trabaja en una agencia que se dedica a ello ¿para qué reanimar a un muerto? pues, por ejemplo, por si hay alguna duda en el testamento, nada más práctico que preguntarle al difunto personalmente. También colabora con la policía de vez en cuando como asesora. En fin, que la muchacha tiene bastante trabajo.
Aparte de la historia, el personaje de Anita no tiene desperdicio, rebelde, con un sentido del humor que no a todos hace gracia, sarcástica (incluso con los malos, a veces no muy oportunamente), decidida, anteponiendo la defensa de sus amigos a su seguridad, y siempre quejándose del calor de San Luis, sobre todo por la dificultad que le supone el esconder todas las armas que lleva cuando no hay más remedio que vestir ropa ligera. Como ya se nos anuncia en la presentación: «Érase una vez una chica que cazaba vampiros…No, esa no. Esta no es rubia (aunque sí lleva estaca y crucifijo, además de una pistola y unos cuantos cuchillos); ni vive en la Boca del Infierno, aunque pudiera parecerlo; ni va al instituto, sino que es una chica trabajadora que empezó a matar vampiros unos años antes».
Además no encontramos con su jefe, sin escrúpulos a la hora de aceptar cualquier trabajo si está bien pagado; su amiga Catherine que parece que no se entera de nada; y Jean Claude, encantador, literalmente.
Solo resta decir que me la leí en dos días ¿qué más puedo añadir? |